“Quedamos en la misma estación, para que no tengas que moverte y sacarle más partido a la reunión“, me dijo la gente de Equo Aragón. Lástima que la estación de tren de Zaragoza Delicias sea una nave espacial de hormigón frío donde los AVEs vienen y van, y no una acogedora estación de trenes regionales, más acorde al temario ecologista.
Comenzamos hablando de dinero. La Asamblea de Huesca ha preparado una propuesta de “libertad de cuota” dentro de Equo. Se mantendría el reparto al 50% entre los niveles estatal y provincial, pero sería recaudado a nivel local, y cada persona podría aportar la cantidad que quisiera, incluso una cantidad simbólica, y pertenecer igualmente a la organización. Esta propuesta nace de un filosofía de trabajo que no hace distinciones entre afiliados y simpatizantes, todos son integrantes de la organización al mismo nivel. Y lo que se valora de ellos no es su aportación económica, sino su tiempo y su dedicación.
Otra de las ideas que la gente de Huesca plantea es la de poder gestionar un presupuesto propio, al margen de las cuotas, que les permitiría por ejemplo contribuir para pagar el alquiler de su local.
No es muy conocido que Huesca tuvo un liberado en la campaña municipal de ECOLO. La asamblea eligió a Jorge Luis para dedicarse durante 5 meses a trabajar para las elecciones. Sólo se le pagaban los aproximadamente 200 euros de cotización mensual a la Seguridad Social, y las “dietas” eran cubiertas por el resto de compañeros que le invitaban a comer en sus casas, aunque pasó la mayor parte del tiempo cerca del candidato Lorenzo Meler.
A raíz de esto, surgió el tema de los liberados de Equo a nivel estatal, que cuenta con 5 personas en plantilla, cuyos sueldos requieren aproximadamente una tercera parte del presupuesto. Lo explicaba Rosa Burgos, “los liberados hasta ahora lo han sido de la Fundación Equo, y a partir de ahora ha de ser el partido quien decida de qué presupuesto se dispone en función del número de socios, cuantos liberados habrá, y quienes serán“.
David Marzo, miembro de Equo Navarra, se desplazó en tren hasta Zaragoza para participar en la reunión. Él distinguía entre “liberados“, con carácter político, como podría ser el equivalente al secretario general de un partido, y “empleados“, que idealmente ni eligen ni son elegidos para responsabilidades políticas.
En Zaragoza también practicamos el ying y el yang de Equo. El primer aspecto a destacar provenía de quienes tenían experiencias políticas previas en otros partidos diferentes a los verdes, que consideraban que era más fácil sentirte parte de Equo, que el modo de funcionamiento era más horizontal y abierto, y la forma de trabajar más amable y con mejor voluntad que en otras organizaciones. Se valoraba también el haber superado la fase de división verde y ser la única referencia estatal para el Partido Verde Europeo. Y en la misma línea que en otros territorios, se consideraba que esta opción tiene la capacidad real de cambiar cosas.
Las partes mejorables tocaban temas como la paridad. ¿Por qué una medida destinada a fomentar la presencia de mujeres ha tenido por lo general el efecto de relegar a las que tenían más votos que los hombres? Mejor tener “al menos el 50%” de mujeres, que una paridad 50-50. Entrando en los debates, se veían actitudes a veces poco pacíficas, con poca empatía y flexibilidad. Había quien veía la Mesa Federal como una estructura poco acorde con un partido moderno y reclamaba un modelo más abierto. Y también quien no quería verse enfangada en discusiones sobre estatutos: “Yo estoy aquí por las causas“. La última recomendación fue desterrar las prisas del funcionamiento de la organización.
Algo de abierta tiene que tener esta organización, ya que mientras discutíamos todo esto en el café de la estación, se acercó una persona de la mesa de al lado…
– Os estoy escuchando, ¿sois de Equo?
– Si, ¿estamos hablando muy alto?
– No, no, estupendo, seguir así, ¡ánimo!
– Oye, si quieres siéntate y participa
– No, gracias, estoy aquí con un amigo.
Y luego, esperando al tren, se me acerca un tío al que he visto antes y me da la mano…
– Hola
– Eh… hola, soy Rafa…
– Disculpa, os he visto antes, estaba al lado con mi amigo, el que se ha acercado a saludaros. He venido saludarte porque parecéis gente con la que se puede hablar.
Y el resto del trayecto nos lo pasamos charlando en la cafetería del tren.