Se han abierto los plazos para presentar candidaturas a la Comisión Federal de Equo (la nueva Gestora). Aunque puede que el Congreso posponga la votación, diferenciando los tiempos de discusión interna de la elección de quienes llevarán las riendas en los próximos años, es hora de ir pensando qué hacer.
Hago una valoración agridulce de mi paso por la Gestora. Repasando los emails enviados, tratan sobre todo de aumentar el número de gente implicada en la toma de decisiones, y de que haya más colaboración en la edición de notas y documentos y más protagonismo para los grupos de trabajo. Sin embargo una buena parte de estas propuestas se han dejado de lado, sea por falta de voluntad o de comprensión de las mismas. Cuando he tenido que quejarme de la actuación de la Gestora ante la Mesa Federal lo he hecho. Los dos últimos meses han sido más reconfortantes en cuanto al trabajo en equipo, ocupado principalmente en co-coordinar el grupo de Órganos Electos para el Congreso.
Defender nuevas ideas para su aplicación inmediata ha sido difícil, pues incluso en un partido que se reclama innovador hay todavía muchas inercias. Sin embargo, plantear Equo como un aprendizaje continuo con resultados más en el medio plazo que en el inmediato, como ya hacen varias asambleas territoriales, me devuelve la ilusión. Y me abre los ojos: hay mucha gente recién llegada que va reciclando su bagaje personal y adaptándolo a la ecología política con los valores originales de Equo, y tienen unos tiempos distintos de quienes venimos “lanzados” de experiencias previas. Hay que sincronizar el paso.
Mi visión de Equo de hace unos meses sigue vigente, así como los temas que surgieron durante la campaña.
En el contexto mundial, el necesario cambio de sistema requiere de varios aspectos: una ampliación de la democracia directa, para que las decisiones se tomen entre todos y no entre unos pocos; una mayor transparencia para no encontrarse con agujeros y sorpresas desagradables; y una mayor implicación y participación de la gente en todos los niveles, poniendo en valor la inteligencia de la comunidad. Si estos cambios son adecuados en general, entonces deberían de poder aplicarse a cualquier escala, por ejemplo a la nuestra, y ser practicados desde abajo.
Más participación y de mejor calidad
Los grupos de trabajo son una de las grandes ideas con las que empezamos, y el instrumento que nos permitió redactar el programa electoral de forma colaborativa. Ahora mismo están infrautilizados, por una causa principal: no tienen la pieza clave que necesitan para mantener una dinámica de trabajo: coordinadores. Varios han dimitido y hasta la fecha no se ha permitido que hubiera nuevos. Es hora de revitalizar una de nuestras herramientas más singulares.
Si queremos crecer como organización hay que facilitar la participación. El simpatizante de hoy es el afiliado de mañana, y por esa razón hay que eliminar las barreras. En nuestra estrategia de crecimiento tenemos que contemplar también los nichos de interés, los temas de menos alcance pero que llegan a gente más comprometida.
Podemos tener una organización de varios miles de activistas, organizados en asambleas, en grupos de trabajo, en redes transversales, en grupos locales. Aplicar el modelo de “que todo aquel que quiera participar, lo pueda hacer” requiere de un esfuerzo de ingeniería política, y de aprender por el camino: no se ha hecho antes.
Transparencia por defecto
Este texto de Ismael Peña-López analizando el Anteproyecto de Ley de Transparencia resume mi sentimiento al respecto:
En mi opinión, no caben comentarios [sobre el Anteproyecto de Ley de Transparencia] sino negar la mayor. El texto se basa en una asunción completamente extemporánea en una sociedad digital: el ciudadano pide y la Administración responde. O, dicho de otro modo, la Administración es reactiva y acaba publicando. Lo natural sería todo lo contrario: la Administración debería trabajar digitalmente, en abierto, de forma constante y en tiempo real y los datos ser accesibles por defecto y para todos los ciudadanos. Y solamente las excepciones — pocas y necesarias — requerirían una solicitud expresa y su pertinente resolución.
¿Vamos a proponer que exista una Administración Abierta? Pues empecemos practicándolo nosotros mismos.
La palabra antes conocida como horizontalidad
Sobre la horizontalidad hemos escrito y leído bastante, tanto que a veces nos centramos demasiado en la palabra en sí obviando el significado. Para variar un poco el enfoque, en esta ocasión propongo lo siguiente, algo que está relacionado con un nuevo modelo de partido: abandonemos el modelo “leninista” de organización. ¿Qué quiere esto decir?
Los movimientos sociales “tradicionales” siempre habían seguido este modelo, o alguna aproximación razonable. El viejo manual de Lenin: un grupo de gente muy motivada y especializada toma las riendas y lleva las protestas adelante. La protesta puede ser de masas, pero la organización es pequeña y profesional. Hay líderes representativos, pero hay un centro que da dirección y mantiene el movimiento vivo, a la vez que evita que el colectivo se meta a discutir cuestiones procedimentales hasta el fin de los días o pierda el tiempo debatiendo sobre la necesidad de biodanzas.
Este modelo, de una organización pequeña y profesional, es el que hay que superar. No dejar de ser profesionales, sino dejar de ser pequeños. Ser capaces de orquestar un movimiento de masas, pero organizado; con 10.000 personas, pero efectivo. El artículo del que lo extraigo, del blog Politikon, hace una crítica precisamente a los movimientos desorganizados.
Completar nuestro discurso político
Creo que Equo está bien asentado en dos ámbitos del discurso político: el que llamaré “tradicional ecologista”, defensivo, de oposición por ejemplo a las nucleares y a cualquier otra agresión al medio ambiente; y el “tradicional social”, el de apoyo a las reivindicaciones sociales más conocidas. Hay otros aspectos de nuestro discurso que tenemos que mejorar:
– El propositivo, pasando del “qué mundo no queremos” al “qué mundo queremos“, siendo capaces de plantear siempre alternativas. Con cada crítica, una propuesta.
– El “social holístico”, relacionando las luchas sociales con las ambientales, porque forman un todo. Aquí entra por ejemplo el explicar cómo se afronta una Huelga General desde el punto de vista de la ecología.
– El de “nichos”, dando cabida a una variedad de posicionamientos de poca relevancia mediática, pero de mucha relevancia particular para la gente que está interesada en ellos, y que valora que un partido político se posicione. Le hemos dado voz a lo que pedía la actualidad, ahora hay que darle voz también a lo que pide la gente.
Creo que nos falta abordar algunos temas para completar nuestro perfil. Entre los que soy más cercano por mi formación estarían el software libre o el acceso universal a Internet. También creo que la Comisión Federal no es el lugar para proponerlos, sino que han de salir del grupo de trabajo correspondiente. La Comisión Federal no ha de ser el aparato político, ya que debería de ser todo Equo, sino quienes se encarguen de poner la máquina a funcionar y mantenerla engrasada.
Y además, deberíamos de tener una app de la Equomunidad para el móvil.
El lunes se cierra el plazo para presentarse a la Comisión Federal. Probablemente mi nombre estará en la lista, pero mientras tanto me gustaría saber qué opinas tú de todo esto.