Esta es una historia en la que ecología y matemáticas se dan la mano para tratar de entender el mundo. La cuenta el blog “Mapping Ignorance”, un excelente ejemplo de comunicación científica de la Universidad del País Vasco.
En la primavera de 1996 cientos de miles de cigarras nacieron a la vez en la costa este de los EEUU. Se reprodujeron ansiosamente, y murieron al cabo de un mes después de haber esparcido sus huevos. Hoy, 17 años después, lo están haciendo de nuevo.
Esta especie de cigarra (Magicicada) tiene la característica de aparecer sólo cada 13 ó 17 años. Sus huevos y crías permanecen bajo tierra durante todo este tiempo. Toda la población madura de forma sincronizada con el único objetivo en sus 6 semanas de vida adulta de reproducirse. En breve desapareceran hasta su próxima visita en el año 2030.
¿Por qué ocurre esto? ¿Cual es la razón de que haya un comportamiento tan particular y tan matemáticamente regular?
Para responder a estas preguntas existe la Ciencia: por la mera necesidad de saber. Como seres humanos necesitamos encontrar las razones de las cosas. Quizá por eso también buscamos conspiraciones donde no las hay, porque todo tiene que tener una causa, una explicación.
En el caso de las cigarras, la intriga va más lejos. Ciclos de 13 y 17 años… ¿es casualidad que sean números primos?
Sincronizarse ayuda a ser inmunes a los depredadores. Aunque los pájaros se atiborren, hay tantísimas cigarras a la vez que la población en su conjunto no resulta afectada.
La sincronización en base a los números primos tiene un sentido parecido. Si las cigarras tuvieran un ciclo de por ejemplo 12 años, un depredador podría tener ciclos de 1, 2, 3, 4, 6 ó 12 años para coincidir con ellas. Con un ciclo de 13, sus opciones se reducen a 13 y a 1. Los investigadores especulan con nuevas teorias, pero a la vista de ésta se podría pensar que la evolución sabe matemáticas.
Como seres humanos, queremos saber. Es fascinante encontrar mecanismos tan matemáticos dentro de la naturaleza. Para eso necesitamos de la Ciencia, para saber. Y para poder saber, debemos conservar la naturaleza, incluyendo los hábitats de los bichos que se reproducen cada 17 años. La naturaleza es nuestra fuente principal de conocimiento.