Este domingo hay elecciones, y te quiero proponer a tres personas para que votes por ellas. No son políticos, no los verás en las listas, no salen en televisión, ni tienen presupuesto electoral. De hecho son gente que no existe… salvo que les votes.
Sevilla, Andalucía
Esta la historia de un economista sevillano de 45 años, que ha trabajado toda su vida en un banco. Acabó Económicas y consiguió trabajo en la sucursal de su barrio, aprendiendo a ser banquero, gestor financiero, inversor. Por la mañana convencía a sus vecinos de que su dinero estaría mejor con él que con cualquier otro banco de los de la misma calle peatonal donde se encontraban. Por la tarde buscaba las mejores posibilidades para que ese dinero fuese rentable. ¿Una petrolera abriendo pozos en Tierra del Fuego? Rentable. ¿Una multinacional de armamento que acaba de conseguir un contrato con la OTAN? Rentable. ¿Una constructora planeando un hotel en la costa de Andalucía? Muy rentable.
Hasta que se cansó de esta paradoja de que el dinero que con buena voluntad le dejaban por la mañana se convertía por la tarde en petróleo, armas u hormigón. Dejó el banco para irse a otro: uno que decía hacer banca ética y que invertía con criterios medioambientales y sociales. Antes convencía a la gente de que gestionar su dinero era mejor para ellos, ahora les convence de que es mejor para el mundo. Cambió petroleras por escuelas, armamento por árboles, y especulación urbanística por agricultura ecológica. ¿No te gustaría votar por él?
Turón, Asturias
La segunda historia viene de las cuencas mineras asturianas. Su protagonista es hija de un minero prejubilado, y a juzgar por su silicosis probablemente jubilado demasiado tarde. Ella admite que nunca tuvo especial interés por viajar, ni por salir de casa, pero que fue siguiendo los puntos de un camino que, como decía Steve Jobs, tiene sentido ahora que mira hacia atrás. Primero consiguió una beca para aprender alemán durante los veranos. Eso le sirvió para aprobar el examen de idiomas e irse de Erasmus en cuarto de Ingeniería Química a un pequeño pueblo alemán cerca de Hannover, especializado en su rama. Allí fue relativamente sencillo (si es que algo es sencillo cuando se dice en alemán) encontrar un grupo de investigación especializado en contaminación y salud, que le ofreció una beca para hacer el doctorado cuando acabase la carrera.
Hoy ha vuelto a Asturias y ha montado su propia empresa, una micro-pyme altamente tecnológica. Ha recibido todas las facilidades posibles de la Administración, incluido un espacio en el parque tecnológico para montar su pequeño laboratorio, junto a las oficinas de varias decenas de emprendedores de todas las edades. El banco (el de nuestro amigo sevillano, precisamente) le ha dado un crédito para comprar los bioreactores que utiliza para sus experimentos. La otra parte del presupuesto la paga la Comisión Europea a cargo del octavo Programa Marco de investigación. Su Universidad alemana antes fue su alma mater, y ahora es su socia en el proyecto que comienza. Está acojonada porque nunca ha gestionado un proyecto de un millón de euros, pero piensa, como en cada paso que ha dado en su vida, que por algún sitio hay que empezar. El proyecto consiste en tratar químicamente los suelos de los bosques para descontaminarlos de metales pesados. ¿Qué te parecería poder votar por ella?
Madrid
Nuestra última protagonista podría ser tanto de Asturias como de Andalucía, pues ha tenido que emigrar y vive ahora en Madrid. Aunque lleva ya 10 años en la capital, nunca se ha dado de baja del censo de su ciudad natal y sigue votando en su colegio electoral de siempre. Le gustaría volver algún día, pero no sabe si será posible. El suyo es un perfil especial: es una mujer trabajando en la construcción. No quería saber nada de los libros, y pese a los enfados en casa decidió con 17 años buscar un trabajo, y lo encontró como peón de albañil. Al poco tiempo decidió irse de casa con su novio y aterrizaron en la capital, y ella trabajó en lo único que sabía. Durante un tiempo tuvo dinero, y cuando hacía horas extras, mucho dinero. Luego explotó el modelo del ladrillo, y su empresa quebró dejándole a deber tres pagas, dos meses de vacaciones, y la indemnización. Todavía está en juicios pero sabe que será difícil conseguir nada.
Ahora trabaja en una PYME cooperativa de rehabilitación de edificios. Se dedican a reformarlos para que cumplan las normativas europea y española de eficiencia energética. Quitan moquetas, eliminan amianto, ponen doble acristalamiento, abren ventanas más grandes para tener más luz, renuevan la instalación eléctrica… lo hacen prácticamente todo. Tanto ella como sus compañeros han pasado por cursos de reciclaje profesional que no les han costado ni un duro. De hecho la mayor parte se conocieron en estos cursos y allí planearon esta empresa. No sabe mucho de números, pero oye decir a los de contabilidad que aún no son rentables por sí mismos porque reciben todavía subvenciones. Piensa que tampoco pasa nada por recibir alguna subvención, si sirve para mantener sus 15 empleos. Acaba de acogerse a la reducción voluntaria de jornada, y desde la semana que viene trabajará 32 horas. Ha tenido que hacer cuentas porque tiene una reducción de sueldo proporcional, pero está convencida de que tener un fin de semana de 3 días para disfrutar con su familia es algo que no tiene precio. ¿Te parece que merecería tu voto?
¿Quieres votar por esta gente?
Estas son tres historias basadas en hechos reales con finales basados en hechos ficticios. Son personas anónimas, que tenían un trabajo basado en la situación económica anterior, y que han encontrado vías para reconducir su vida y su empleo. Todos estos nuevos caminos están basados en las propuestas políticas de Equo. Si has contestado que sí votarías por alguna de estas personas, te sugiero que efectivamente lo hagas el próximo domingo, votando Equo.